jueves, 27 de noviembre de 2008

[Reto] Roger de Flor y los Almogávares

Hoy quiero volver a llevaros de nuevo a la Edad Media y contaros la historia de Los Almogávares y su gran lider Roger de Flor (si, dos pasajes de la historia en vez de uno).



Los almogávares fueron unas tropas de choque de la Corona de Aragón formadas por infantería ligera, activos en el Mediterráneo entre los siglos XIII y XIV, aunque se empieza a tener noticias de ellos ya desde principios del siglo XIII.

Pero hoy no me apetece tirar de la wikipedia y quiero dejaros la historia de los almogávares resumida y contada por Arturo Perez Reverte con esa forma tan peculiar de contar las cosas.

"Hace setecientos años justos, además de salvar el imperio bizantino del avance turco, los almogávares arrasaron Grecia. Fue un episodio sólo comparable a la conquista de América por bandas de aventureros sin nada que perder salvo el pellejo –que se cotizaba a la baja- y con todo por ganar si salían vivos. Pero en esta España donde los libros escolares no los determina la memoria, sino el pesebre donde trinca tanto sinvergüenza periférico y central, esas historias han sido eliminadas, o manipuladas en beneficio de los golfos que organizan el negocio en plazos de cuatro años: los que van de una urna a otra. El resto importa un carajo. De los almogávares, como de lo demás, no se acuerda casi nadie. Eran políticamente incorrectos. Madrugando el siglo XIV, el emperador de Bizancio pidió ayuda para frenar el avance de los turcos, y la corona de Aragón envió sus temibles Compañías Catalanas. Lo hizo para quitárselas de encima. Estaban integradas por almogávares: mercenarios endurecidos en las guerras de la Reconquista y en el sur de Italia. Sus oficiales, de mayoría catalana, eran también aragoneses, navarros, valencianos y mallorquines. En cuanto a la tropa, el núcleo principal procedía de las montañas de Aragón y Cataluña; pero las relaciones mencionan apellidos de Granada, Navarra, Asturias y Galicia. Feroces y rápidos, armados con equipo ligero, combatían a pie en orden abierto, con extrema crueldad, y entraban en combate bajo la señera cuatribarrada de Aragón. Sus gritos de guerra eran Aragón, Aragón, y el terrible, legendario, Desperta, ferro. La historia es larga, tremenda, difícil de resumir. Seis mil quinientos almogávares recién desembarcados en Grecia destrozaron a fuerzas turcas muy superiores, matando en la primera batalla a trece mil enemigos, sin dejar con vida –eran tiempos ajenos al talante, al buen rollito y al diálogo entre civilizaciones a ningún varón mayor de diez años. En la segunda vuelta, de veinte mil turcos sólo escaparon mil quinientos. Y, tras escaramuzas menores, en una tercera escabechina los almogávares se cepillaron a dieciocho mil más. Eran letales como guadañas. Además, entre batalla y batalla –españoles a fin de cuentas- pasaban el rato apuñalándose entre sí por disputas internas, o despachando a terceros en plan chulito, como los tres mil genoveses a los que por un quítame allá esas pajas acuchillaron en Constantinopla, durante una especie de botellón que terminó como el rosario de la aurora. A esas alturas, claro, el emperador Andrónico II se preguntaba, con los huevos por corbata, si había hecho bien contratando a semejantes bestias. Así que su hijo Miguel invitó a cenar a Roger de Flor, que era el jefe, y a los postres hizo que mercenarios alanos los degollaran a él y a un centenar largo de oficiales. Fue el 4 de abril de 1305. Después de aquello los griegos creyeron que la tropa almogávar, sin jefes, pediría cuartel. Pero eso era desconocer al personal. Cuando apareció el inmenso ejército bizantino para someterlos, aquellos matarifes oyeron misa y comulgaron. Luego gritaron: Desperta ferro, Aragón, Aragón, y se lanzaron contra el enemigo, pasándose por la piedra a veintiséis mil bizantinos en un abrir y cerrar de ojos. Lo cuenta Ramón Muntaner, que estuvo allí: no se alzaba mano para herir que no diera en carne. No quedó sólo en eso. Enterados los almogávares de que nueve mil mercenarios alanos –los que aliñaron a Roger de Flor– volvían a su tierra licenciados y con familia, les salieron al paso, hicieron picadillo a ocho mil setecientos y se quedaron con sus mujeres. Después, durante una larga temporada y pese a estar rodeados de enemigos, se pasearon por Grecia saqueando y arrasando, por la patilla, cuanto se les puso por delante. Fue la famosa venganza catalana. Y cuando no quedó nada por robar o quemar, fundaron los ducados de Atenas y Neopatría: estados catalano-aragoneses leales al rey de Aragón, que aguantaron durante tres generaciones hasta que con el tiempo, el sedentarismo y el confort, se fueron amariconando –hijo caballero, nieto pordiosero– y quedaron engullidos, como el resto de Grecia, por la creciente marea turca que había de culminar con la caída de Constantinopla. Y ésa, colorín colorado, es la historia de los almogávares. Admitan que es una buena historia. Vive Dios."

(cuadro: "Entrada de Roger de Flor en Constantinopla")

Sobre Roger de Flor sólo unas pinceladas, ya que el maestro Cebrián os contará el resto:


Rutger Blume, más conocido como Roger de Flor. Nació en Brindisi en 1266, y falleció en Adrianópolis, Imperio Bizantino en el 1305.

Fué un caballero y aventurero de origen italo-alemán, que llegó a convertirse en comandante de los almogávares.

Su padre Ricardo (muerto en la batalla de Tagliacozzo) era un oficial de cetrería del emperador Federico II y su madre una burguesa de Brindisi, localidad en la que nació. Arruinada su familia, su madre lo confió a un caballero de la orden del Temple, en la que acabaría profesando como "hermano sargento", al mando de un navío llamado "Halcón".
Participó en la última cruzada a tierra santa, donde se distinguió en la defensa de San Juan de Acre (1291). Sin embargo, los templarios le acusaron de haberse apropiado de tesoros de la orden en la confusión en la que se desarrolló el desalojo de la ciudad, por lo que fue expulsado de la orden.


Aprovechando su experiencia militar, se hizo mercenario, entrando al servicio del rey Federico II de Sicilia (hijo de Pedro III el Grande de Aragón).

Federico le puso al mando de las compañías de almogávares, mercenarios aragoneses y catalanes que habían sido empleados por la Corona de Aragón en la conquista de Valencia y Mallorca y que habían servido para que la Corona de Aragón consolidase su dominio de Sicilia frente a las pretensiones de la Casa de Anjou.

Espero que disfruteis de estos dos enormes Pasajes de la Historia

F&H

4 comentarios:

  1. Estupendo artículo.
    Enhorabuena por el blog y su temática
    Despierta Fierro!!!

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  2. Muchas gracias por la felicitación, y bienvenido a mi blog.

    Prometo abrirte las puertas de esta morada sin acuchillarte por la espalda..XD

    Desde que escuché estos dos pasajes de la historia por primera vez hace unos añitos, con esa forma tan peculiar y "sencilla" de contar las cosas que tenía Cebrian, he pensado que era una historia tan grande, que el séptimo arte debería de haberse aprovechado.

    F&H

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  3. El séptimo arte?
    Nuestros cineastas están en el séptimo cielo con tanta subvención como para preocuparse de los almogávares.

    En fin, nos queda la literaruta, y poca

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  4. ¿Por qué será que en los blogs que suelo visitar más a menudo, la opinión sobre las subvenciones al cine español van siempre por el mismo sendero?

    Si el rio suena....

    F&H

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